sábado, 25 de junio de 2011

Los cinco dedos de mi mano izquierda

¿Cuánta importancia puede tener una sola de mis manos?¿y si es aquella "menos agraciada" o conocida? El seguro no pagará tanto como por la derecha, pero mi mano izquierda... tiene aquello.

Mi meñique es el pequeño observador, pero peculiar, observa hacia dentro, conoce cada emoción y sentimiento que pasa por mi cuerpo, escudriñando en cada rincón de mi tálamo hasta el punto de no poder parar de definir cada detalle sentimental que me invade.

Mi anular, aquel al que llamáis "el inútil", emboscado en el campo de extremidades es el que maneja los hilos de la absurda marioneta inquieta con forma de meñique, haciéndole hablar a un volumen menor, incluso callándolo con un tirón firme en sus finos hilos.

Mi dedo corazón es aquel anciano que permanece sentado en su mecedora, que lleva toda la vida viendo la particular lucha entre el meñique y el anular, reconociendo cuando una emoción se repite y raramente contesta irreverente poniéndose en pie.

El índice es el unico que habla, pero como el meñique también lo hace hacia mi interior, susurrandome consignas consigue que mi limite sea el cielo, ¡cuántas veces habré escuchado aquello de "Citius Altius Fortius"! Es increible lo que él puede conseguir de mi cuando se lo propone.

El pulgar es el único con el que tendreis contacto, aquel que intimida por su tamaño no es mas que un tendero, os despacha como le dicen los otros 4, os dice si, os dice no, os sonrie, os persuade...

Aquello... aquello que unos pocos llaman inteligencia emocional, la que no se obtiene leyendo un libro de anatomia, ni un tratado de astronomia, se obtiene viviendo, educando a cada dedo para que realice su función a la perfección y conseguir la correcta función de mi "mano mala", la que permanece entre las sombras.